Título original: The Strange Talent of Luther Strode
Editorial: Image
Año: 2011-12
Guion: Justin Jordan
Dibujo: Tradd Moore
Color: Felipe Sobreiro
Grado: C-
Reseña: Hugo C
Bienvenidos al mundo de las locas aventuras de Luther Strode, un estudiante de secundaria flaco y debilucho que un día, harto ya de las vejaciones del abusador de turno, decide enviar a por el curso de preparación física que lo convertirá en un "hombre de verdad" –al menos si uno cree que los estudiantes de secundaria flacos y debiluchos no lo son.
Esta reseña puede contener spoilers, así que si tienen pensado leer este cómic (que está disponible en el blog) en estado de inocencia, les sugiero que dejen esta reseña para después. Como otras veces, les doy un párrafo de ventaja. Aprovecho la ocasión para hacer un poquito de publicidad de mi blog, o, debiera decir, el de Betina, ya que se llama La espada salvaje de Betina. Listo, al tajo.
Ahora que se fueron los que no querían leer spoilers, volvemos al mágico mundo de Luther Strode. Les contaba antes que el argumento que se resume así: un flacucho compra un libro de entrenamiento físico y de un día para el otro se convierte en una especie de ninja atlético ultraviolento, una cruza entre el Dalai Lama y Terminator con reflejos casi sobrenaturales. Es decir, la fantasía de todo alfeñique de 48 kilos que sueñe con vengarse de sus abusadores y haya leído demasiadas publicidades del método de "tensión dinámica" de Charles Atlas.
Porque de eso se trata este cómic: de una fantasía masturbatoria de poder. Ahora el mequetrefe es una suerte de Charles Atlas pero con unos poderes mentales que ni Charles Xavier lo emparda. El tipo te mira y ya sabe dónde pegarte, y cómo esquivar tus golpes, y tiene la agilidad y la fuerza necesarias para matarte diez veces antes de que tu cuerpo llegue a tocar el piso. Así que, previsiblemente, le para los pies al bravucón de la escuela, que no ve la sutil diferencia entre el flacucho de siempre y esta especie de Supermán que sólo se parece en lo blanco del ojo a su versión anterior. Hasta aquí, si el protagonista se despertase en su cama diciendo: "¡Oh! Todo ha sido un sueño", nadie se sorprendería.
Pero la trama se espesa y aparece un personaje en las sombras, que tiene las mismas habilidades que Luther, pero tiene menos pelo en la cabeza y más práctica y es aún más salvaje y despiadado que lo que Luther llegará a serlo en estos seis primeros números. El tipo se hace llamar el Bibliotecario (aunque en toda la historia no toca un libro ni con un chorro de soda) y puede arrancarse un diente y con esa mínima partícula matarte o dejarte ciego, o sacarse los mocos y matarte de asco. Es una cuestión de la mente sobre la materia, y ésa es la explicación seudocientífica para justificar que, por ejemplo, si lo dejan ciego le baste con concentrarse para que sus ojos se regeneren, o que, si le retuercen el cuello hasta que quede como la nenita del Exorcista, pueda enderezarse y seguir peleando.
Y ése es el guión, un tremendo disparate. En cuanto al dibujo, tal vez no sea el más adecuado para esta clase de historias. Es dinámico, pero es el dinamismo hueco de un avioncito de papel. Tradd Moore dibuja algo que se parece más a un maniquí que a un ser humano, y no lo hace sólo con el protagonista, sino con los demás personajes. Más allá de que a veces es como si la idea de que los brazos son cilíndricos escapara completamente a su entendimiento, en este mágico mundo todos son acromegálicos, con cuellos que se estiran, extremidades que se retuercen como si todos fueran hijos no reconocidos de Reed Richards. Por lo demás, es como una mala imitación de Bernard Krigstein que sólo tuviera dos velocidades: caricatura o maniquí, pero nunca, nunca algo remotamente humano.
Y ése es mi principal problema con este cómic: la deshumanización de la violencia. Los personajes no son personas sino monigotes que ya vienen prediseñados para la destrucción, como esos autitos de juguete que se desarmaban al chocar contra un obstáculo; seres con pescuezos tan delgados que de ser reales no podrían sostener la cabeza, pero que se ven bien cuando el villano arranca la cabeza de cuajo, o brazos flacos y anormalmente largos que han sido pensados para la amputación inevitable.
Me hubiese gustado ver algo más proporcionado, más tradicional, que permitiera apreciar mejor las escenas de lucha y carnicería, y no lo digo por morbo, sino porque las escenas en las que Luther Strode o el Bibliotecario matan, mutilan y descuartizan terminan por dejarlo a uno anestesiado, indiferente. Al fin y al cabo, son sólo monigotes deformes. Uno no relaciona estos dibujitos abstractos con la violencia real. Es una abstracción en el peor de los sentidos, que convierte a la víctima en un objeto y la despoja de toda humanidad. O sea que leyendo este cómic vemos al mundo a través de los ojos de un psicópata, básicamente. No hablo del guión, sino del dibujo, aunque, como ya dije, el argumento es puro onanismo mental. Esta deshumanización se va exacerbando en las secuelas, aunque supongo que si se hubiese utilizado un dibujo más realista, la patraña argumental hubiese quedado demasiado en evidencia.
Y aquí termina la reseña de The Strange Talent of Luther Strode, otro cómic que posiblemente hubiese sido mejor leer en forma de audiolibro. Dicho de otro modo, con un mejor guión y unos dibujos más a tono con el tema, tal vez hubiese resultado interesante. O no. Les dejo este cuestionario de opción múltiple para que lo mediten…
¿Cuál de estos tres personajes secundarios llega vivo a la última página de esta primera miniserie?
a. El amigo bocón, molesto e insoportable que entorpece la narración y se vuelve innecesario a mitad del primer número.
b. La madre buena pero insoportablemente sumisa que claramente podría ser un lastre si queremos sacarle el jugo al personaje convirtiéndolo en alguna clase de superhéroe.
c. La amigovia a quien claramente los patitos no le nadan en fila y por eso mismo podría ser un personaje interesante para la continuación de esta historia en las próximas miniseries.
La pista para resolver este intríngulis la encontramos en el copete de la tercera miniserie:
"Otros 5 años han pasado, Luther y Petra siguen en su cruzada contra el crimen (tratando de no matar a los agentes de la ley que se meten en su camino) y contra el culto de los asesinos. Pero el momento de comenzar el peregrinaje para encontrar a Caín ha llegado, Luther intentara cambiar el destino de los de su tipo enfrentando al primero de todos. ¿Significara este su fin o la muerte de Petra?"
Por las dudas les aclaro que ni el amigo ni la madre se llaman Petra.
La historia continúa en The Legend of Luther Strode y termina con The Legacy of Luther Strode. El guión y el dibujo de las secuelas mantiene la misma calidad o falta de ella que la miniserie original. Recomendable sólo si te interesa tener una idea sobre cómo se ve el mundo a través de los ojos de un asesino serial.
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